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Noticia inserida el 21/09/2010

CAMPAMENTO CON LOS NIÑOS DE LA CALLE

Llegué a Senegal hace ocho meses y me siento muy bien. En muchas cosas, lo encuentro muy parecido a mi país, Bangladesh: mucha gente, ruidoso, llamada a la oración cinco veces al día con los altoparlantes, el alimento principal es arroz y pescado etc. Antes de venir aquí, pasé cinco meses en Lyon, Francia donde aprendí el francés en el cual sigo mejorando aquí.

Desde noviembre pasado, comencé a trabajar un día por semana en un proyecto Marista con los niños de la calle en el cual la hna. Jeline es la asistente del director. Los niños de la calle vienen a la casa de los Padres Maristas todos los miércoles. Allí reciben el desayuno, el almuerzo, una oportunidad para bañarse, de recibir los primeros auxilios y otras actividades de conocimiento general. Los otros dos días, los animadores los visitan en la calle. Me sentí bien contenta trabajando con ellos.

Hace poco, fui a un campamento de 10 días con los niños de la calle. Era un campamento que reunía tres centros que trabajan con los niños de la calle. Había 46 muchachos de diferentes edades, entre 5 y 18 años. El programa incluyó seminarios de conocimiento, la educación (familia, salud, los peligros de la droga etc.), deporte y otras actividades manuales. Dividieron a los jóvenes en cuatro grupos con tres o cuatro animadores. Pudímos crear una atmósfera donde se sentían seguros, aceptados y amados. Era como una familia. Actualmente, los grupos no se llaman “grupo tal o tal” sino la familia de tal o de tal, lo que les hace sentir mucho más como en familia. El objetivo del campamento era regresarlos a sus familias. Al final del campamento, pudimos encontrar y llevar 42 muchachos a sus familias. No encontramos a las familias de los otros 4, entonces, estos se quedaron en los centros. Dos de ellos eran muy pequeños, 7 años y ni siquiera sabían de dónde venían.

Fui con otro animador a encontrar a las familias de cinco muchachos. Hemos podido localizar solamente las familias de cuatro de ellos. Fue una gran alegría encontrar sus familias y fuimos testigos de este momento de encuentro tan lleno de emoción, cuando se reunieron. Fue como la experiencia del hijo prodigo o encontrar a la oveja perdida. Fue muy emocionante. No hemos podido encontrar la familia de un chico. El sabía el nombre de su aldea pero cuando fuimos a la región, nos dijeron que no existía esta aldea en esa región. El chico había salido de su casa cuando tenía tan solo seis años.
Fue una experiencia maravillosa formar parte y participar en este campamento y entender desde adentro la situación de estos muchachos que terminan por andar en las calles.

Hna Suporna Rozario smsm

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